Análisis actualidad Vinotinto: Angustias y reflexiones en el barco de la fe

Angustias y reflexiones

 

Por Luis Enrique Vilchez.- El “Mano, tengo fe” pasó de ser la estrategia comunicacional más potente del fútbol criollo desde el “Siéntete Grande” del Caracas, a ser un mantra. Una filosofía de vida. La pelota rueda en la fe. “El que piense que el mundial está lejos es su problema. Yo estoy tranquilo, el grupo está tranquilo”, tuiteó el colega Elías López, sobre unas declaraciones de Fernando Batista, tras caer 2-1 ante Paraguay, en rueda de prensa. La red social de Elon Musk se llenó de tuits pidiendo reflexionar sobre proceso del “Bocha”. Ver más allá de las victorias. Para no ser menos en esos golpes de pechos, aquí se resumió en un: “Llegaron primero los resultados que el juego”.

 

Venezuela duerme fuera de los puestos de clasificación. Admiro la tranquilidad de Batista, pero a muchos les costará conciliar el sueño. El viaje a la tierra de Morfeo, que siempre tiene la turbulencia de las preocupaciones diarias, ya seas migrante o estés dentro del país, temas de salud o sencillamente cómo llenar la nevera. Le incluimos un poco más de desasosiego con la pelotita. Lo dijo Arrigo Sachi: “El fútbol es la cosa más importante, de las menos importantes”. Hoy nos vemos lejos de la Copa del Mundo y es un problema colectivo, no exclusivo de pesimistas empedernidos. 

 

La alineación titular era ilusionante. Atrevida, pero coherente. La llegada de la Vinotinto de los volantes. Combinar a Cristian Cásseres, Yangel Herrera y Jefferson Savarino para tejer sociedades con Yeferson Soteldo, Darwin Machís y Salomón Rondón. Los primeros minutos de presión y el buen gol de Jon Aramburu, eran un buen augurio de que se iba a poder hablar más de fútbol que de resiliencia. Pero en el segundo tiempo nunca se logró pasar del plano de: testículos, pulmón y corazón, al de la lucidez mental. El planteamiento murió famélico de balón.

 

 

No hay piernas que aguanten un plan de repliegue y reactividad en el once inicial. Estas no son las piezas para eso. El debate no pasa por la estética o gustos. Tienes jugadores con capacidad de sostener el balón y lo reniegas. Nadie pide tener un 60 % posesión ni es necesario. Sin embargo, la Vinotinto de los volantes el camino que te marcan los jugadores actuales y los que vienen: David Martínez, Telasco Segovia y Kervin Andrande. Para oxigenar el cerebro de ideas, se necesita un funcionamiento y una voluntad de tener la pelota. No basta presionar y tener orden, porque al final el agua siempre se filtra por las paredes.

 

Suena todo muy sencillo. Pero este proceso suma 10 jornadas de Eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo 2026 y una Copa América, sin contar lo vivido con Pekerman. El pasado reciente era espeluznante. Mejorarlo era muy potable, el tema pasa por sostenerlo. Muchos partidos se rescataron desde la dirección de campo, en Asunción esa carta no le funcionó al “Bocha”. Los cañones apuntan a Darwin Machís y al cambio Savarino por Jhonder Cádiz. Esos son detalles que marcaron esta derrota, pero se han hilvanado una serie de lunares que se resumen en seis jornadas sin ganar en Premundial.

 

Tampoco hay que ponerse dramáticos ni emular a Fernando Niembro con el famoso editorial: “Decepción, falencias y frustración”, que le dedicó al otro Batista, “Checho”, en 2011. Pero es hora de reflexionar para que la angustia se disipe. Que no solo el cuerpo técnico esté tranquilo, sino la gente. Que la fe se un aderezo y no el planto principal. Nos entreguemos al talento y se le brinde un contexto favorable o sencillamente virar al pragmatismo. Un 4-4-2, presión media-baja y arriesgar poco en salidas, pecando de reduccionista y burdo. Pero como los porteros, si nos quedamos a medio camino, nos marcan.

 

Es menester cambiar la ecuación: encontrar el juego, una identidad, y que de ahí fluyan los resultados, no al revés. Porque la euforia de marcadores favorables hizo creer que el Mundial estaba a la vuelta de la esquina y que incluso se podía ganar la Copa América. El tramo más difícil del Premundial, el que Alfredo Coronis definió como cruzar El Darién, nos llevó a la realidad. Nos desnudó futbolísticamente. Los discursos ahora se tienen que plasmar en el campo. Más cuando Bolivia descubrió en El Alto la espinaca de Popeye y Paraguay dio en la tecla con un DT que les devolvió el mote de equipo incómodo. ¿Tranquilo? La verdad es que no.