!Llorarás y Llorarás!
!Llorarás y Llorarás!. Pitazo inicial y la muchedumbre empezó a gritar, un grito contenido de meses y años. Antes de eso, mucho fueron a sus escuelas y liceos, cualquier infortunado, pero añorado Lunes Cívico. Cantando el “Gloria al Bravo Pueblo” que ya sin nota calificativa se canta a todo pulmón. Con los acordes perfectos y desafiando el pentagrama de Juan José Landaeta.
Los pases o mejor dicho compases iniciales fueron de Rondón, Machís y Bello. Los primeros, el Gladiador y Machis, conocido por casi todos. Bello apenas exaltado al Salón de la Fama por aquella media chilena del empate ante Brasil. Para un país cuya cultura futbolera es apenas joven. Las deidades no se estampan en petroglifos al estilo Cerro Pintado del Amazonas, sino viven mientras su piel es Vinotinto.
Minutos de sosiego, de duda no, pero si de incapacidad. Pocos creyeron en una versión esporádica de Jamaica Bajo Cero, aquella proeza de los 80 llevada al cine. El Vuelo de Águila de Waite al minuto 40, con 9 jamaiquinos en el área, era la mas cercana que habíamos tenido hasta ese momento. Machis, con quizás su mejor partido de esta copa, necesitaba ese gol y toda una nación esparcida por el mundo también.
La de Salo, Aramburu y otra de Machís, todas por la izquierda tuvieron anteriormente el mismo cruel destino. Un grito unísono al universo que se extraña en algunos estadios de Venezuela. Algunos quizá nunca pisaron una cancha nacional, otros ni si quiera saben que Mineros de Guayana anda engavetado. Que Deportivo Lara se quedó con los conos puestos para entrenar y desapareció.
En el entretiempo se tropezaron andinos y orientales. Lo único claro en esta ecuación es que en un territorio de 946.000 km², que por cierto los suizos nos llaman “un pequeño país de Sudamérica”. A pesar de que seamos 20 veces mas grandes que ellos. Hay una afinidad secreta, quizá enquistada. Los andinos silentes y por momentos pasivos, los de oriente altisonantes y extrovertidos.
Mientras la fila de cerveza y perro caliente calibraba el grado de desesperación de la gente, aquellos andinos y orientales, esta vez con mas gentilicios unidos y reunidos en Austin, hicieron vibrar el Q2 apenas iniciando la segunda parte. Fue el 25, pensaría alguien sin la nómina en mano, el “mechudito”, fue Bello gritaba todo el continente.
Si Eduard Bello apareció una vez más, como ante Ecuador, muy cerca del palo derecho y con dos pies de ingenio por delante de sus rivales. Y fue otra vez desde la izquierda de donde vino ese centro que Aramburu gestó quizá buscando a Salo, quizá buscando gloria. En mi pueblo, la expresión “awaite” significa espera o mira en forma de admiración, “Awaite el gol de Bello”.
Los partidos por televisión se analizan de una manera y en vivo de otra muy diferente. En el estadio, uno está más expuesto a la emoción de un gol, una jugada, un grito de aliento o desespero, pero por TV al colocarlo en 30, 40 o 50 pulgas, la emoción de enaniza y surgen los sabios del 4-4-2 o 3- 4-3. Por ese, Salomón nos desquició con esa proyección, ese entendimiento con Yangel como si jugaran en la calle solos, era el segundo y esta vez con un poco de suspenso.
Y creo que alguien frotó la lámpara porque Aladino no concede ni uno, ni dos sino tres deseos. “Tuti” Andrade de recambio ya había hecho magia, era su debut y como cualquiera que se pone por vez primera la Vinotinto, sabe que lo ven en casa, en su pueblo, su país. Que algunos excompañeros de clase se ufanaran de haber compartido salón y algunos futbolistas, de que le hicieron un túnel ficticio.
En alguna oportunidad le preguntaron a “Kun” Agüero sí hacer un gol en Anfield o Wembley era lo mismo que en una caimanera, y sin dejar de reír dijo que era lo mismo, que la sensación del delantero era eufóricamente similar. Entonces reaparece en la historia el “Tuti” y aparece Eric entre dos extenuados delanteros jamaiquinos, que apenas lo siguieron con la mirada y esperaron el sórdido 3-0.
Y vino a mi mente Minerven, por aquel de Ballet Azul. De eso se trató el resto del partido. La pelota paseando de pie en pie con huella venezolana, ¿Era eso peor qué un 4 a o?, Para los jamaiquinos si, era desnudarles no solo la defensa, con tres goles ya incrustados, sino la imprecisión de la delantera para robar una pelota. Y culminó con el grito “Invictos” por todo el estadio, con 9 puntos registrados y en una sección de la tribuna !Llorarás y Llorarás!.